
Batir el récord mundial alcanzado por el binomio chileno, se convirtió en verdadera obsesión universal, desde el mismo instante de su obtención. Diversos escenarios en distintas latitudes –especialmente Francia e Italia-, se constituyeron en organizadores de torneos especiales cuyo principal objetivo era superar los 2,47 mts. Esfuerzos que a la postre resultaron infructuosos, manteniéndose el cetro máximo de salto en altura en manos chilenas. Hoy, esa prueba se haya eliminada de los certámenes de salto ecuestres. Sin embargo, su eliminación se produjo casi medio siglo después del éxito chileno sin que la marca fuera modificada.
En enero de 1979, cuando se iban a cumplir treinta años de la descollante participación del entonces Capitán Larraguibel en los lomos de “Huaso”, -el ilustre equitador ya con las presillas de Coronel y cumpliendo importantes labores en la Dirección de Fomento Equino y Remonta del Haras Nacional, recordó cómo se gestó la conquista de ese galardón mundial.
En la terraza de su departamento, la conversación surgió espontánea y las imágenes volvieron a animarse en la memoria del intrépido jinete.
“En una época como la actual, en que los récords caen fácilmente, parece increíble que pronto se cumplirán treinta años del nuestro, sin haber sido superado”, comentó sonriente.
Mientras hojea diarios y revistas chilenas y extranjeras de la época, que difundieron latamente la exitosa jornada de aquel 5 de febrero de 1949, reflexiona en voz alta, señalando que: “el triunfo llegó en un momento ideal para que la equitación chilena retornara al sitial de honor que ya había ostentado con anterioridad”.

No tardan en aparecer numerosas fotografías del álbum familiar que sirven de testimonio de las prematuras habilidades del niño Alberto sobre un caballo mulato. Nacido en la localidad de Florida, cerca de Yumbel, donde su abuelo paterno tenía un fundo, en donde pasó gran parte de su infancia y adolescencia. Se puede asegurar que ese ambiente propició su cariño y afición por los caballos. Su padre, don Ernesto Larraguibel, también era un apasionado por los equinos, incentivando al pequeño a montar y a practicar en un estilo correcto. De ahí provino su facilidad para adaptarse a cualquier cabalgadura por indócil que esta fuese; su buen manejo de las riendas, su recio espoleo cuando era necesario y su temeridad para salvar obstáculos.
Su ingreso a la Escuela Militar le permitiría, más tarde, encauzar sus cualidades y aptitudes ecuestres hasta diplomarse de maestro de equitación y alzarse como figura señera a nivel mundial.
ALGO DE HISTORIA.
Después de haber pasado por una gloriosa etapa entre 1934 y 1940, nuestra equitación se quedó un poco aletargada. Las grandes presentaciones realizadas en el compendio de esos años –especialmente los triunfos obtenidos en Estados Unidos y Canadá - y que tuvieron como principal gestor al Capitán de ese entonces, don Eduardo Yáñez Zavala, dejaron de manifiesto la alta categoría de nuestros equitadores. Ya en 1923 el Capitán Galvarino Zúñiga, montando a “Chilenita”, obtuvo el récord nacional con 2,12 mts. Marca que sólo fue superada en 1944, cuando Alfonso Reyes franqueó 2,17 mts con “Gaucho”, caballo de origen argentino que más tarde fue rebautizado con el nombre de “Chileno”. Por eso es que su comentario que el título mundial había llegado en el momento preciso para recuperar la fama de otrora, resultaba acertadísimo.

DOS TITULOS EN POCO MAS DE UN AÑO.
Siendo Teniente de Ejército, las destacadas participaciones de Larraguibel en diversos concursos hípicos nacionales, le permiten realizar en 1946 el Curso Extraordinario de Equitación para lograr el título de Maestro, dictado en la Escuela de Caballería de Quillota. En 1947, cuando intervenía en el segundo año de este Curso Especial, el Coronel Benjamín Rodríguez Artigas, Director de ese plantel, dispuso que el avezado alumno Larraguibel quedara a cargo de “Faithfull”, y el teniente Luis Riquelme de “Gaucho”. De esta forma, se inició la relación entre hombre-animal que dos años más tarde les permitiría posesionarse de tan importante presea.
El buen entendimiento y total sintonía entre jinete y cabalgadura, complementado con una excelente preparación física, fueron las cartas de triunfo exhibidas por ambos binomios en su afán de superar el récord sudamericano en enero de 1948.
“Estuvimos trabajando en forma intensa y continua durante todo 1947. Ambas cabalgaduras, ‘Faithfull’ y ‘Gaucho’ se mostraban cada vez más animosos y su rendimiento estaba cerca de lo óptimo”, cuenta entusiasmado. En su voz y en sus ojos se refleja lo que fue su estado de ánimo durante todo ese proceso preparatorio.
Continuando con su mirada retrospectiva, el Coronel Larraguibel señala: “Así afrontamos el desafío del récord continental el 25 de enero de 1948, siendo “Gaucho” conducido por el teniente Luis Riquelme, quien sorteó los codiciados 2,33 mts., superando así los 2,30 mts. que el jinete argentino Pistarini había establecido en los lomos de “Brujo” en 1945. Pese a que yo rodé con “Faithfull” en esa ocasión, ya la obtención del título sudamericano para Chile, por parte de Riquelme y “Gaucho”, nos permitía mirar con optimismo nuevos desafíos. Salimos maltrechos esa vez, pero yo sabía que eso significaba una lección aprendida por mi caballo. Tenía muy buena memoria y jamás repetía los errores - con mayor razón -, aquellos que le causaran dolor. Otra de sus cualidades era la potencia de sus posteriores. Ello le permitía dar una extraordinaria fuerza a sus rechazos y sobrepasar con facilidad los obstáculos”.
En el cálido ambiente de su hogar, rodeado del cariño de su esposa y una de sus hijas, el militar equitador continúa ponderando las cualidades de su caballo, afirmando que: “Siempre se sobreponía rápidamente de golpes y lesiones. Por eso, al domingo siguiente de la rodada – el 1° de febrero -, concurrimos nuevamente al Regimiento “Coraceros” para intervenir en un torneo ecuestre internacional dónde también se pondría en juego el cetro sudamericano que ostentaba desde hacía siete días el Teniente Riquelme y “Gaucho”. Los vítores y aplausos con que nos recibieron los numerosos asistentes al recinto viñamarino fueron premonitorios. En una actuación formidable de “Faithfull” superamos lo obrado por mi compañero y nos apropiamos del cetro continental al salvar un obstáculo ubicado a 2,37 mts.”.
Mientras degustamos un refresco, para aminorar los efectos de la alta temperatura estival, el campeón mundial prosigue con su animada charla, precisando que con el título sudamericano en su poder, ahora había que preparase para lograr un título mundial.
“Todo 1948, ambos jinetes, Riquelme y yo, como igualmente nuestras respectivas cabalgaduras, nos dedicamos a una rigurosa preparación de acuerdo a un programa técnicamente elaborado y dirigido por el mayor Rafael Montti, quien no descuidaba ningún detalle. Alimentación para los equinos de acuerdo a su estado y esfuerzo exigido; trabajo cotidiano de galope en pista y en todo terreno; salto a la mano y salto montado entre 1,80 y 2,20 mts. , eran algunas de las diarias faenas del entrenamiento”.
Por rara y feliz coincidencia en el transcurso de ese año, “Faithfull” fue rebautizado con el nombre de “Huaso” y “Gaucho” como “Chileno”, apelativos con que ambos equinos pasarían a la historia de la equitación chilena como serios aspirantes al cetro mundial de salto alto. También por esos meses, el Teniente Larraguibel fue ascendido a Capitán de Ejército.
Continuando con su recuerdo, el Coronel Larraguibel agrega que con esa excelente preparación llegaron el 5 de febrero de 1949 a competir al Concurso Hípico Internacional Oficial en el mítico escenario del “Coraceros”, ubicado en la calle 15 Norte de Viña del Mar. 5.000 personas asistentes a la cancha de salto del “Coraceros”, fueron testigos de la proeza, y en completo silencio esperaron el último intento que le quedaba al binomio chileno, para luego de realizado el salto y ver que era perfecto, estallar en una alegría de 5.000 gargantas que vitoreaban a la collera ecuestre.
El Coronel Larraguibel revive los pormenores de esa feliz jornada comentando que: “el Teniente Riquelme cometió una falta en cada tentativa. Después nos tocó a nosotros. En el primer intento vi a “Huaso” enfrentar mal el obstáculo y lo detuve. En el segundo, los remos posteriores botaron la vara. Sólo nos quedaba una oportunidad y había que aprovecharla. Llegamos con galope adecuado a las últimas batidas y estando en el punto de picada escucho la voz del Mayor Montti quien me grita ‘ya’, y el caballo como impulsado por un resorte se eleva por sobre las varas. Lo más difícil en ese momento es no ceder al instinto de conservación que lo lleva a uno a sentarse sobre la silla, acción que molesta el paso de los posteriores. Por el contrario, el jinete debe seguir con su cuerpo el arco trazado por el pescuezo del caballar y que es el balancín que otorga el equilibrio que permite la elevación total de los cuartos traseros. Hay que tomar en cuenta que al salvar una valla de 2,47 mts., los ojos del jinete se encuentran más o menos a 3,60 mts del suelo y es necesario estar muy bien entrenado para no impresionarse”.
Recuerda gratamente la expresión de júbilo del teniente Riquelme; “su alegría me hizo volver a la realidad. El sueño se había cumplido. El plan de preparación había sido el correcto y la ejecución del mismo impecable. Sentí un gran alivio. La responsabilidad asumida al disponer de la última opción fue para mí como un estímulo especial. No podía fracasar. Fallar significaba defraudar a mis maestros, a mis compañeros, al propio Ejército y a Chile entero” recalca.
SU FAMA LO LLEVA A INTEGRAR EQUIPO ECUESTRE INTERNACIONAL DE FRANCIA.
Después de obtener el récord mundial, el Capitán Larraguibel viaja a Francia para participar en un curso de especialización realizado en la Escuela de Equitación con sede en Fontanebleu y en la Escuela de Entrenamiento de Saumur. Sus dotes de jinete de Alta Escuela hacen que el Jefe de la Caballería Francesa, Coronel Cuvaille, lo elija para integrar su equipo ecuestre internacional. Así participa como integrante de este cuadro de excelencia en dos torneos realizados en los alrededores de París, para de allí viajar al concurso hípico internacional de Argelia, África del norte.
Los cielos de Roma, Madrid, Lucerna, Río de Janeiro, Buenos Aires, Finlandia y Hamburgo, vieron recortarse su figura triunfadora como integrante de diversos equipos nacionales vencedores de la Copa de Naciones de muchos torneos internacionales.
Pero los éxitos no lo envanecieron. Al contrario, con su modestia acostumbrada siempre evitó adjudicarse méritos por sobre sus compañeros y prefirió darle connotación al conjunto, precisando que: “las felices actuaciones de los equipos nacionales fue el producto de un trabajo realizado a conciencia y a una magnífica preparación de todo el plantel”.
Sin embargo, yo me permito agregar que el temple del ilustre equitador junto a su constancia, voluntad y perseverancia, fueron sobresalientes facetas de su personalidad que le permitieron alcanzar el éxito y convertirse en figura señera para las posteriores generaciones deportivas. El 12 de Abril de 1995, el Coronel Larraguibel fallece. Quizás ahora, ya en la eternidad, ha vuelto a ensillar a su fiel caballo “Huaso”.
La Escuela de Equitación del Ejército de Chile, ubicada en la ciudad de Quillota, lleva en un postrer homenaje el nombre del Capitán Larraguibel, y en ella se encuentra una réplica del histórico salto de 1949. El14 de diciembrede2007, se inauguró el monumento «Capitán de Ejército Alberto Larraguibel», que se encuentra ubicado en la Avenida Jorge Montt, en el paseo costero de Viña del Mar, justo frente donde antiguamente se encontraba el Regimiento de Caballería "Coraceros". El trabajo fue obra de Francisco Torres y lo realizó enQuilpué. La figura es de bronce, mide cinco metros de altura y pesa casi cinco toneladas

HISTORIA DE “HUASO”.
El excelente ejemplar alazán purasangre montado por el Capitán Larraguibel, con una alzada de 1,68 cms., tenía en el momento de obtener el Record Mundial, 16 años. Todo un caso extraordinario. Hijo de Henry Lee y Trémula, nació en el Haras “La Mañana”, en 1933. Descendiente de ases británicos como Graganour-Desmond y del invicto Saint Simon, fue bautizado con el nombre de Faithfull, que significa Fiel. Adquirido por el Stud “Los Chongos”, no tuvo fortuna en su corta actuación en los hipódromos, siendo comprado en 1940 por el Capitán de Caballería, Gaspar Luege, con el fin de dedicarlos a la Prueba de Adiestramiento. Sin embargo, la inflamación al periostio en uno de sus remos inferiores y su indocilidad hicieron que el Capitán Luege desistiera de sus propósitos, entregándoselo al maestro de equitación, Rafael Montt, quien inicia su preparación, obteniendo con él dos grandes satisfacciones al trasponer los obstáculos de 2,15 mts. en 1945 y 2,10 mts. al año después. En 1947 lo adquiere la Dirección de Fomento Equino y remonta, cuyo Director era el Coronel don Victor Graniffo. Por esa época el Capitán Larraguibel realizaba el segundo año del Curso Extraordinario de Equitación en la Escuela de Caballería para obtener su título de Maestro recibiendo a su cargo la custodia de Faithfull y el Teniente Luis Riquelme al caballo Gaucho. Después de batir el récord mundial desalto alto, Huaso pasó a un merecido descanso en la Escuela de Caballería del Ejército en Quillota (hoy Escuela de Equitación), donde tenía el derecho de pasearse por los prados y jardines sin que nadie lo montara hasta el día de su muerte, e l24 de agosto de1961, a los 28 años. Actualmente sus restos descansan en la misma Escuela de Equitación del Ejército en Quillota. Su hazaña no ha sido superada aún, manteniendo el récord mundial de salto alto en equitación.