Pintura de don Bernardo O’Higgins Huaso.
Aparecida en la portada del Anuario de Ferochi – 1978
Diego Barros Arana, historiador, nos habla de un O’Higgins más humano y terrenal que el héroe inserto en la Historia de Chile:
“…no fue sólo el más valiente y el más entendido de nuestros guerreros; el glorioso derrotado de Rancagua y de Talcahuano, y el vencedor heroico de El Roble y de Chacabuco; el Jefe Supremo del Estado, que con una constancia nunca desmentida y con una inteligencia superior organizó ejércitos y equipó escuadras para ir a arrojar de toda la América a sus antiguos opresores. No, al lado de esos títulos de admiración y al reconocimiento de sus conciudadanos, O’Higgins puede exhibir otros, menos brillantes sin duda, pero que revelan que junto con el alma bien templada del soldado y del patriota poseía la cabeza del estadista y la mirada escrutadora del hombre que, en la dirección de los negocios públicos, se adelantó siempre a las preocupaciones de sus contemporáneos.” El Hacendado
La hacienda de San José de Las Canteras fue la herencia dejada por don Ambrosio O’Higgins a su hijo natural, Bernardo Riquelme. Ubicada en el partido de la Villa Santa María de Los Ángeles, don Ambrosio la había comprado en el año 1785, durante su larga estadía en la zona, cuando estaba designado en el ejército de la Frontera. Parte de ella la adquirió a un ciudadano español y otras zonas las compró a los pehuenches de la zona, con quienes había logrado un buen entendimiento, luego del parlamento de Negrete, ocurrido en 1793, a orillas del río Bio Bio. El nombre de la hacienda se relacionaba con su primer dueño, el capitán don José Núñez de la Cantera, natural de Burgos, vecino de Concepción en el año 1689 y fallecido el año 1698.
Parlamento de Negrete organizado por Ambrosio O’Higgins en 1793
Dibujo de Claudio Gay
El 6 de Septiembre de 1802, con 24 años, un joven Bernardo O’Higgins desembarca de la fragata inglesa “Aurora” en el puerto de Valparaíso. Fueron 5 meses de navegación desde Europa, decidiendo regresar a la Patria luego de conocer la noticia de la muerte de su padre, y asumir la herencia que el Virrey había dejado a un hijo recién reconocido en el testamento dejado. 2 años después, el 29 de Enero de 1804, toma posesión de las tierras de la hacienda San José de Las Canteras, en La Laja. Sin embargo, el testamento le deparaba una desagradable sorpresa, ya que si bien su padre le reconocía como hijo, también se le prohibía de forma terminante el uso y ostentación del Apellido O’Higgins, debiendo continuar utilizando el apellido de su madre. Semejante agravio no amilana su espíritu, e inicia los trámites de legalización en Chillán y luego en Concepción. En Talca llega a conocer el Acta Bautismal, en donde consta ser hijo de Ambrosio O’Higgins, pero luego deja olvidados la finalización de estos trámites. Finalmente toma la decisión propia de utilizar sin mayor dificultad el apellido que le correspondía, firmando primeramente como Bernardo O’Higgins de Riquelme, para luego eliminar la preposición “de”.
De acuerdo al documento de herencia, este especificaba que pasaba ser dueño de una de las mejores haciendas de la zona:
“Ítem. Mando que a don Bernardo Riquelme, luego que llegue de Europa, se le entregue la estancia de Las Canteras, existente en la provincia de Concepción de Chile, con 3.000 cabezas de ganado, de todas las edades, para que la haga y tenga, en virtud de esta disposición, como suya propia, encargándole procure conservarla y perpetuarla en su familia”.
La hacienda se encontraba en muy buenas condiciones al momento de tomar posesión don Bernardo. Era administrada por don Pedro Nolasco del Río, antiguo oficial del ejército de la Frontera de Chile, donde contrajo amistad estrecha con don Ambrosio O’Higgins. En 1787, con 34 años de servicio en el ejército español, don Ambrosio lo nombra administrador de la hacienda. Fallece al poco tiempo de entregar la hacienda, el año 1805.
Para la total posesión del joven Bernardo, hubo de efectuarse un juicio de residencia correspondiente a Ambrosio O’Higgins más la partición de herencia, lo que retardó el cumplimiento de la posesión por cerca de 2 años, debiendo realizar viajes a Santiago y a Lima para poder finiquitar los trámites.
El 29 de enero de 1804, O’Higgins ordena un rodeo para recuperar y bajar a llano a todo el ganado existente en la hacienda. 22 días dura este trabajo campesino, y a fuerza de espuela y lazo se recuperaron cerca de 600 reses alzadas. Es así como el 19 de febrero, en la Villa Santa María de Los Ángeles, don Miguel de Burgo, escribano de Su Majestad, el Rey de España, es quien le otorga la posesión efectiva con un ritual apropiado para la entrega en esa época. Así lo relata en el escrito de herencia: “Tomé de la mano al expresado don Bernardo O’Higgins Ballenar y le introduje en las 16.699 cuadras de tierra, se paseó por ellas e hizo las demostraciones necesarias en señal de verdadero, real, actual, civil y natural posesión”.
El rodeo logra bajar a llano 4.300 vacunos y 540 caballares. Como el testamento solo se refería a 3.000 reces, debió llegarse a un acuerdo con el escribano real don Miguel de Burgo, con don José de la Cruz, apoderado de Tomás O’Higgins, quien se avecindaba en Chile sobrino del Virrey y primo de Bernardo, además de don José de Gorbea, quien era el albacea de Ambrosio O’Higgins. El excedente del ganado equino no incluido en el testamento fue dividido por partes iguales entre los 2 primos. Respecto del ganado vacuno, se llegó a un acuerdo económico permitiendo a Bernardo conservar la totalidad del excedente en su hacienda. Entre ambos primos se logró una negociación amigable y privada, sin embargo este acuerdo se vio afectado por la situación bélica independentista posterior. Luego esta misma situación, sumada a la ausencia de Bernardo de sus tierras en momentos que luchaba por la libertad de Chile, causó el saqueo y pérdida de todo el ganado existente en la hacienda. El clima bélico existente por la situación emancipadora aleja a ambos primos, por lo que en 1826 Tomás inicia un juicio para cobrar los 7.000 pesos de deuda por el ganado excedente. El primo del Libertador fallece al año siguiente, 1827, en Santiago. Había nombrado como albacea al clérigo español Alejo Eyzaguirre quien olvidando su investidura sacerdotal como obispo de la Catedral de Santiago, y sumado a la odiosidad que sentía hacia don Bernardo, por cierto incidente ocurrido en la misma iglesia, lo que le causó ser desterrado a Mendoza, persigue y hostiga judicialmente a don Bernardo hasta llegar a hacerse de 16.000 pesos por la deuda inicial, una vez que la hacienda es comprada por el General chileno don Manuel Bulnes en 1839, en 24.000 pesos, según consta en la escritura pública confeccionada por el escribano don Baltasar Núñez del Prado.
El inventario final del rodeo fue transcrito a lo siguiente:
“Demostración del ganado vacuno de todas las edades que yo, Bernardo O’Higgins, he recibido arreglado a las diligencias que judicialmente practicaron los peritos nombrados en la hacienda denominada de Ballenar o las Canteras.
- Primeramente tres mil doscientas ochenta y tres cabezas de matanzas
inclusos los treinta bueyes pertenecientes a dicha Hacienda, como 3.283 también las quinientas catorce que tomé con anticipación (según
constará de mis recibos) y las 80 que se computaron alzadas en lo fragoso de las montañas |
|
- Ítem cuatrocientas cincuenta de dos años inclusas en ellas treinta que también se calcularon alzadas - Ítem quinientas setenta y seis cabezas de año inclusas igualmente |
450 |
cuarenta que se regularon por alzadas, y más cincuenta y nueve pertenecientes al diezmo y primicia. |
576 |
Total |
4.309 |
Deben deducirse de este total las cabezas siguientes:
- Primeramente el legado de tras mil cabezas hecho a mi favor por mi finado padre el Excmo. Señor Marqués de Osorio según consta de su 3.000 testamento.
- Ítem ochenta cabezas de matanzas computaron por los peritos alzadas las que no doy por recibidas por esta razón, y por exponer los mismos
peritos ser casi imposible la reducción del uso de ellas, o a lo menos tan costoso que su producto no compense los gastos. |
80 |
- Ítem treinta que se calcularon por alzadas entre las de edad de dos años que tampoco admito por las razones predichas. |
30 |
- Ítem cuarenta cabezas que del mismo modo se computaron obradas entre las de a año. |
40 |
- Ítem cincuenta y nueve por el diezmo y primicia de estas. |
59 |
Total |
3.209 |
De manera que según resulta de esta cuenta, queda de remanente mil y cien cabezas de ganado en la forma siguiente:
- Doscientas tres de las de matanzas…………………... 203
- Cuatrocientas veinte de las de a dos años……………. 420
- Cuatrocientas setenta y siete de las de a año………… 477
Total………… 1.100
Nota 1. ª Que el ganado de año, mediante ha haber nacido después del tiempo que yo pedí la posesión y se me mandó dar por los señores albaceas, me pertenece por todo derecho, pues desde aquel tiempo deben considerarse más las tres mil reses con todos sus productos, sin que la demora del señor apoderado me perjudique, habiendo acaecido por sus ocupaciones y fines particulares.
Nota 2. ª Que solo deben computarse a favor de la testamentaria el remanente de las doscientas tres reses de matanza, y el de las cuatrocientas veinte de dos años, que componen seiscientas veinte y tres; pero no las cuatrocientas setenta y siete cabezas de año porque se contempla producto de las que me pertenecen en el legado mediante a no haber nacido, ni tenerse por nacidas, en el tiempo en que se me mandó dar la posesión por los señores albaceas.
Nota 3. ª Que el ganado de dos años que en la nota segunda agrego al remanente, debía precisamente pertenecerme, pues nacieron después de la muerte de mi señor padre, y del mismo modo son producto de mi herencia, bien claro cita el derecho: que el producto del ganado pertenece al legatario desde el instante mismo en que fallece el testador, pero a fin de conservar buena armonía lo sobrecedo, aunque si en algún tiempo se tratase a rigor no lo haré.
Nota 4.ª Que los pitonsitos o ganado al pie no se citan por las razones mencionadas y hallarse naciendo al tiempo de la entrega, como también el ser costumbre el darse por muerto cuando se vende ganado con cría al pie. a entrega, como también el ser costumbre el darse por muerto cuando se vende ganado con cría al pie.
De acuerdo a esta recepción del ganado existente en la hacienda, podemos ver la calidad de administrador de don Bernardo, quien además de tener la claridad en los derechos que le cabían como beneficiario principal de la herencia, sumado al tesón por no dejarse engañar o sorprender por los albaceas que supervisaban la posesión de la herencia.
La situación geográfica de la hacienda se ubicaba limitando al norte con el río Laja, al sur con el río Coreo, al oriente con la cordillera de Los Andes y al poniente con propiedades de otros propietarios. Las 16.699 cuadras propias de la extensa hacienda (26.000 hectáreas), estas se dividían así:
- 7.518 cuadras de tierra de buena calidad.
- 1.014 cuadras de tierra de regular calidad.
- 2.349 cuadras de zarzales y médano.
- 5.818 cuadras de pedregal
En línea roja se muestra lo que sería, de forma aproximada, el tamaño de la estancia San José de Las Canteras
El Agricultor
En 2 años de arduo trabajo, el joven Bernardo logra completar una plantación de 85.000 viñas y árboles frutales, acondicionando con fosos y cercas la hacienda, de acuerdo al estilo europeo que personalmente conoció durante su estadía en ese continente. Construyó bodegas, adquirió materiales para realizar el proceso de elaboración de vinos, como 2 grandes pailas de cobre, 6 fondos de fierro colado y vasijería para 3.000 arrobas (1 arroba correspondía a 16 litros aproximados). Ya en 1810 la hacienda producía anualmente 1.400 arrobas de vino y más de 20 arrobas de aguardiente. En Mayo de 1812, en una de las visitas en medio de la lucha por la independencia que hacía a Las Canteras, escribía a su madre: “Aquí me estoy regalando con el mosto que está muy particular. Solamente habiéndolo visto pudiera haber creído fuese de Cantera”, igualmente comentaba: “Mis posesiones producen gran cantidad de excelentes papas y trigo, y tienen pastos capaces de alimentar ganado sin necesidad de comida artificial.”
Para 1810 ya cuenta con 10.200 vacunos, de los cuales 3.000 eran vacas lecheras destinadas a la mantequillería y quesería. Otros 200 estaban en manos de los inquilinos para la amansa. 700 de estos vacunos eran novillos y otros tantos bueyes, de los cuales 300 arrendaba al valor de 2 fanegas de trigo por yunta. (1 fanega corresponde a 11,5 kilos.) A sus vecinos y amigos agricultores de la zona, como La Laja, Puchacay, Chillán y Rere había prestado 1.300 cabezas. Los equinos ya sumaban 1.660, 180 mulas, 2.000 ovejas y 3 cabrerías de 800 a 1.000 cabezas cada una.
La hacienda la había dividido en grandes potreros, a los cuales les asigna nombres tradicionales como: “De las Ánimas”,
“del Quillay”, “de Las Totoras”. Ocupando la parte llana de la hacienda, se encontraban los potreros de engorda, cercados y demarcados ordenadamente. Igualmente cercaba y dividía los montes de la cordillera misma, cerrando de oriente a poniente por un largo de 2 leguas. (1 legua española equivale a 5.572,7 mts.)
Junto a las bodegas construye la casa patronal, cuya construcción terminó en 1808, siendo una casa de 70 mts. de largo (en algunos escritos se especifica de 80 varas de fondo) e invirtiendo en ella más de 7.000 pesos. Igualmente cerca de ella construye el molino, 30 cuadras de potrerillos para caballos, potreros para mulas de 4 cuadras, y 2 potreros más denominados “de Lauro” y “Pincheira”, los cuales totalizaban 50 cuadras. También construye una capilla, en donde se celebraban misas todos los domingos, a cargo del sacerdote franciscano fray Gil Calvo, quien fuera su formador en la infancia durante los 3 años que estuvo en el Colegio de Naturales de Chillán.
En enero de 1811 escribía a su personal amigo Juan Mackenna: “Para lo que yo me consideraría más apto, sería para cultivar el suelo; y esta es la carrera que yo preferiría.”
Cerca de 400 eran los inquilinos que ocupaba en las labores de la hacienda. Para ellos, utilizaba principalmente el sistema de medieros, es decir, entregaba una porción de tierra para que fuera trabajada por uno o más inquilinos y de la ganancia se repartía entre ellos y don Bernardo. Este tipo de trato aseguraba una ganancia para sus trabajadores, entregándoles una responsabilidad de administración propia del terreno asignado a mediería, demostrando con ello la preocupación social que siempre mantuvo en su existencia, aun cuando llevó en este tiempo una vida cómoda y no falta de cierta ostentosidad. Mantenía casas en Los Ángeles y Chillán, la que fue de sus abuelos maternos. En esta residencia se mantenía una buena vida de lujo y riqueza, debido a la comodidad que siempre mantuvo la familia de doña Isabel. Un ejemplo de esto era el servicio de mesa, el cual era de plata labrada, algo poco común para la época y que pocas familias acomodadas podían lucir.
Las grandes condiciones de la tierra de la Isla de Laja, sumado al talento administrativo y a la capacidad personal que tenía don Bernardo, en lo que se refiere a superarse siempre, permitieron que su incursión como agricultor se coronara con éxito. Claro está que las condiciones de enseñanza europea, más un espíritu progresista le ayudaron a mantener día a día el trabajo de la hacienda.
En otra carta escrita a Juan Mackenna O´Reilly, el año 1811, le indicaba: “Quizás ignara usted los extraordinarios recelos y aprensiones que suscitó en el fanático y suspicaz intendente Álava, de Concepción, el que haya empleado en mi hacienda a algunos ingleses e introducido en mis faenas, herramientas extranjeras.”
Respecto de los inquilinos ingleses e irlandeses que mantuvo don Bernardo en la hacienda, se trataba de marinos que llegaban a las playas de Concepción, cuando algún barco de esa nacionalidad naufragaba frente a las costas de esa localidad. Como O’Higgins hablaba el idioma inglés de forma perfecta, se les facilitaba la comunicación a estos desgraciados hombres que quedaban a la deriva en una tierra desconocida y no amigable. De igual forma dio techo y trabajo a pehuenches de la zona, con quienes mantenía contacto en mapudungun, lengua aprendida durante el paso por el Colegio de Naturales, en donde se relacionó con hijos de caciques de la zona. Siempre mantuvo un respeto por la etnia mapuche, y durante su vida, podemos observar diferentes acciones en donde siempre trató de mejorar las condiciones políticas y sociales hacia los mapuches.
En relación a las nuevas herramientas introducidas en la agricultura de su hacienda, trajo el arado de hierro, herramienta para nada conocida en Chile en esa época. De igual forma el sistema de potreros aplicados a sus tierras, permitía que los cultivos se fueran distribuyendo de acuerdo a cada especie sembrada, innovando el sistema de agricultura para esos tiempos. Por lo mismo, permitió un cambio en los sistemas de siembra permitiendo la rotación de los suelos utilizados y racionalizando su adecuado uso, permitiendo que los terrenos de montaña se dedicaran exclusivamente al ganado de la hacienda.
Sus conocimientos agrónomos adquiridos durante su estancia en Europa, los fue traspasando a sus propios inquilinos, permitiéndoles que se desarrollaran como verdaderos agricultores y aprovecharan mejor sus terrenos entregados a mediería.
Para esto, traducía sus libros de agronomía y agricultura al español y al mapudungun, enseñándoles sus conocimientos también a sus vecinos de sus tierras.
Pero este período de bonanza llega a su fin en el año 1813, cuando ya dedicado en tiempo total a la lucha por la independencia nacional, debe abandonar la hacienda. Fue así como la gran hacienda Las Canteras fue saqueada por los soldados españoles, haciéndose de todo lo que en ella existía, destruyendo y quemando toda construcción existente en el lugar, de tal forma, que tiempo después ya libre Chile de los ejércitos monárquicos ibéricos, lo que antaño fuera una tierra fértil, yacía convertida en un terreno desolado. En Agosto de 1813, la soldadesca española en un claro sentir de venganza hacia O’Higgins, asaltaron la hacienda robando y matando al ganado, destruyendo sembradíos y cosechas, saqueando las casas y la capilla, para luego reducir a cenizas y escombros todo lo encontrado. Tanta fue la destrucción, que actualmente, y a pesar de estudios arqueológicos realizados en el lugar en donde habría estado la casa de don Bernardo, no ha sido posible encontrar vestigio alguno.
La madre del héroe había alcanzado a huir junto a su hija Rosa, pero en medio de esta huida fue capturada por una patrulla española en el camino de Nacimiento a Yumbel y trasladadas luego a Chillán.
Al momento del saqueo de la hacienda, se guardaban en sus bodegas:
- 440 líos de charqui.
- 327 botijas de grasa.
- 80 costales de cebo.
- 900 cueros de vacas y novillos.
- 1.600 fanegas de trigo.
- 300 fanegas de frijoles.
- 230 fanegas de cebada.
- 160 fanegas de harina.
- 100 fanegas de sal.
- 500 ponchos confeccionados por pehuenches. - Varias barricas con Vino y Aguardiente.
Nada quedó de todo esto. El esfuerzo y amor puesto en cultivar esta tierra, no pudo ante los deseos de ver libre a Chile, sacrificando no solo lo material en pos de la patria, sino también lo familiar.
El Criador
270 caballos y yeguas valorizados en 1.000 pesos recibió el joven Bernardo al tomar posesión de la hacienda. Llegó a tener más de 1.500 productos. No existe mucha información acerca de los 11 años que don Bernardo pasó en la hacienda en su vida de “huaso chileno”, como lo define Benjamín Vicuña en su biografía del héroe. Sin embargo algunos atisbos de esta vida pueden encontrarse al revisar las variadas obras biográficas realizadas por quienes vivieron o conocieron al hombre.
Sobre su calidad de criador, se habla de las cualidades y calidad de los caballos que estaban en la hacienda, sumado a los cuidados y habilidades de don Bernardo en el manejo de la crianza de los mismos, lo que le permitió formar y mantener una raza caballar chilena de excelencia para la época. Es así como uno de sus potros chilenos fue el generador de la famosa línea Quilamutana, al ser cruzado con la yeguada que don Pedro de Las Cuevas mantenía en la zona de Quilamuta.
Fueron sus mismos caballos los que el facilitó sin costo alguno para formar el Regimiento Nº 2 de La Laja, denominado posteriormente como Los Lanceros de Los Ángeles, el cual fue formado por los inquilinos de su hacienda, más algunos otros de las haciendas vecinas. Todos estos hombres eran huasos, acostumbrados al caballo y por lo mismo, jinetes expertos y diestros en el manejo de las bestias. Esta característica se ha descrito en diversos pasajes de nuestra historia, indicando que la mejor característica y superioridad de los nóveles ejércitos chilenos ante los españoles, fue siempre la caballería, por el manejo y habilidad que mantenía el criollo sobre su cabalgadura.
En su hacienda vivía don Bernardo la nueva ocupación de campesino, y entre rodeos, trillas y matanzas, pasaron sus días como huaso.
Como excelente administrador, don Bernardo arrendó la isla Quiriquina, propiedad de su primo Tomas, heredada por Ambrosio a su sobrino, trasladando ganado y caballares para su mejor crianza. Sin embargo, en 1809, el gobierno español de la época lo obliga a sacar de la isla a todo el ganado y caballares que ahí mantenía, sin darle mayor plazo, causando con esto gran pérdida de animales por extravío y otros muertos por el cansancio de la dura travesía, principalmente los caballos fueron los que más sintieron el traslado. Desembarcando en Tumbes, fue don Juan de Dios Antonio Tirapegui quien se hizo cargo del traslado, y para evitar mayor pérdida para su amigo, trató de buscar carniceros para vender las reses que venían de vuelta y en mal estado desde Quiriquina. Los novillos extraviados una vez desembarcados no podían ser buscados, ya que los caballos se encontraban muy cansados, no siendo capaces para ser ensillados y poder recuperar las reses. Los novillos que logró vender Tirapegui al carnicero Juan Arias, fueron a 5 pesos cada uno, precio muy por lo bajo de lo transado en aquella época. Pero volver con ellos más los caballos a la hacienda, significaba perder todo. Fueron estas injusticias y aprovechamientos los que debían sufrir los habitantes de Chile, criollos que no tenían las mismas regalías que los españoles.
El Castaño de O’Higgins.
Dice la historia que habría sido plantado por don Bernardo Junto a su casa patronal en la hacienda.
(en la foto, don Pedro Aguirre Charlin, dando el vamos a la reconstrucción de la antigua casona)
Los vientos cordilleranos que bajaban a Las Canteras traían vientos de libertad, los que insuflaron el alma del joven Bernardo para tomar la decisión de trabajar y luchar por la libertad de su patria. No dudó en poner a disposición de la causa todos sus bienes, sin dudarlo en ningún momento, perdiendo todo lo que tenía, propiedades, ganado, joyas familiares, los cuales no solo debieron pagar los costos de las campañas para liberar a Chile, sino también para colaborar con la libertad de Perú.
Hemos tratado de mostrar la vida de O’Higgins en su faceta huasa, casi desconocida o eclipsada por su desempeño como militar. Sin duda podemos hablar de un hombre extraordinario en el manejo de sus finanzas y sus bienes, ya que en pocos años logró ganancias en un negocio desconocido para el al llegar a Las canteras, pero en el cual encontró la paz espiritual al mirar cada tarde, luego del trabajo agrícola y ganadero, el ocaso desde la puerta en su casa patronal de Las Canteras.