Fue declarado deporte nacional por ley de 1962 y actualmente es la segunda actividad deportiva con mayor asistencia de público después del futbol. En torno a su práctica se congregan numerosas actividades del campo chileno, como la artesanía y gastronomía local, y su comunidad la conforman miles de preparadores, criadores, corredores, arregladores, petiseros, veterinarios y aficionados en general. Las medialunas repartidas a lo largo de país son un espacio de encuentro y trasmisión de las principales tradiciones de nuestro folklore y de puesta en valor del caballo chileno, reconocido por la FAO como una especie caballar desde el año 2012.
Por otra parte, un rasgo sobresaliente del rodeo es su transversalidad. Las seis federaciones, las más de 100 asociaciones y los más de 1.500 clubes de Rodeo conforman una de las muestras más representativas de la diversidad socio económica, política y cultural de nuestro país.
El Rodeo chileno se vive y se practica en todas las regiones y está organizado a través de clubes en el 92% de sus comunas, especialmente en zonas rurales y pueblos que preservan naturalmente sus actividades más tradicionales vinculadas a la ganadería y la vida rural. Sin embargo, al igual que muchas otras actividades y tradiciones ajenas a la vida urbana, es desconocido para un creciente número de habitantes de las grandes ciudades del país, como Santiago, Valparaíso y Concepción. Revertir ese desconocimiento, que mañana podría transformarse en incomprensión y a futuro incluso en un prejuicio, ha sido uno de los grandes desafíos que se han impuesto los cultores del Rodeo Chileno.
Con todo, esa tarea no ha estado exenta de desengaños y sinsabores. La difusión de los valores y del estilo de vida que encarna el Rodeo, ha encontrado un formidable adversario en la ignorancia, el prejuicio y el iluminismo de “animalistas” que dicen defender a los animales, pero sin conocerlos en realidad. Sus acciones propagandísticas y su interrupción de los rodeos reflejan un discurso sobre los animales del campo chileno, no un testimonio de convivencia y compromiso con ellos.
Los auténticos amantes de los animales estuvieron presentes en los campos de la quinta a la octava regiones durante los incendios forestales del verano pasado, cuando caballos, vacas, corderos, perros, gatos y animales silvestres, junto a las familias con que se crían, sufrieron el rigor del fuego intencionado. Ahí estuvieron, los huasos, la gente del campo, los criadores, los veterinarios y miles de voluntarios atendiendo a los animales victimas del fuego, por largas semanas, durante el día y la noche. Esa es la realidad pura y dura.
En este panorama duele que autoridades políticas de algunas comunas no hayan tenido el valor de defender lo que este mundo representa, y lo quieran agraviar restringiendo los rodeos oficiales que se desarrollan durante las celebraciones de Fiestas Patrias en la Región Metropolitana, con el único afán de no incomodarse con la acción de grupos de presión “animalistas” pequeños, pero ruidosos.
Porque realizar rodeos en las comunas con vida rural de Chile es tan normal, frecuente y popular como para un hincha del fútbol cualquiera asistir al partido de su equipo favorito. Pero hacer el esfuerzo para que los capitalinos y los habitantes de las comunas urbanas del Gran Santiago y de las grandes ciudades conozcan sus raíces y aprecien las tradiciones de raigambre nacional, es un esfuerzo enorme que hace el mundo rural para colaborar a reconocer la identidad de Chile en su campo y en las tradiciones del huaso y la huasa que todos, se quiera o no, llevamos dentro.
Entristece reconocer que las decisiones edilicias de reducir rodeos en la Región Metropolitana durante Fiestas Patrias objetivamente dan la espalda al mundo huaso y al campo de Chile, lugares de nuestra identidad y memoria como pueblo.
La comunidad corralera no acepta que se le cuestione por el bienestar animal. Es injusto porque no corresponde a la verdad. Es nuestro propio interés, placer y responsabilidad –esa es la realidad- cuidar nuestros animales. El Estado, mediante los reglamentos, políticas y normativas del SAG para manejo animal, es garante de cómo los huasos chilenos cumplimos el deber de ser los primeros defensores de nuestros caballos y novillos, preocupándonos cada día de su cuidado veterinario y alimenticio y de su seguridad e integridad en los campos y medialunas de Chile.
Seguiremos esta orientación secular en constante vinculación con las comunidades de todo Chile, promoviendo las mejores prácticas de seguridad y bienestar animal conforme al avance científico y técnico expresado precisamente en reglas objetivas, generales y abstractas, como corresponde a un Estado de Derecho. Lo haremos, en especial, porque nuestro deporte -el Rodeo- es depósito y custodio de nuestras mejores tradiciones patrias, de su historia cotidiana. Lo haremos por identidad, por la identidad de Chile.